¿Cuántas veces en nuestra vida hemos tenido que pedir perdón y/o perdonar?
Ni una ni dos. Han sido muchas las veces que hemos tenido que pedir perdón y perdonar. Algunas veces por cosas sin importancia, pero en otras muchas ocasiones, por temas que nos afectan mucho emocionalmente o por la relación que tenemos con la otra persona o personas. Y es en estos casos cuando el pedir perdón o perdonar no es tan sencillo…
Además de lo complicado o no que puede ser en cada caso pedir perdón, hace unas semanas os hablábamos también de que pedir perdón no es suficiente en la mayoría de las ocasiones, y os dábamos una frase que para nosotros es clave «¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor?«. Os contábamos este breve relato (podéis consultarlo aquí) que en muy pocas palabras, nos dice mucho:
«- Agarra el plato y tíralo al suelo.
– Listo
– ¿Se rompió?
– Sí.
– Ahora pídele perdón.
– Perdón.
– ¿Volvió a estar como antes?
– No.
– ¿Entendiste?»
Tratábamos entonces cómo pedir perdón de forma efectiva, y ayudar al otro implicado a que nos perdone. Pero si ser capaz de pedir perdón es difícil e importante, igual de importante y difícil o más es ser capaz de perdonar.
Es difícil porque aunque podamos decir «sí, te perdono» no siempre conseguimos olvidar y que no quede ningún rescoldo de aquello que sentimos. La escritora Elvira Sastre dice «a la valentía de pedir perdón le sigue la grandeza de perdonar«.
Y es importante porque si no conseguimos perdonar de verdad, sin rencores, no conseguiremos quedarnos tranquilos. Y todos sabemos lo importante que es no tener preocupaciones para encontrar esta tranquilidad.
Cuando perdonamos, lo tenemos que hacer incluso con independencia de los motivos por los que la otra persona nos hizo daño. Puede ser que haya cometido un error, que actuó movido por el miedo o por cualquier otra causa. Eso nos tiene que dar igual. Lo importante es que nosotros consigamos perdonar para quedarnos tranquilos.
En el artículo que os recomendaremos a continuación, la mente es maravillosa comparte esta cita de Michael de Montaigne: «La conciencia hace que nos descubramos, que nos denunciemos o nos acusemos a nosotros mismos, y a falta de testigos declara contra nosotros.”. Nos gusta especialmente la segunda parte «a falta de testigos». Y es que la conciencia es eso. No tenemos que fingir ante otros ni podemos engañarla. Y tenemos que conseguir que perdone de verdad, que sea capaz de olvidar, para alcanzar nosotros esa tranquilidad tan necesaria.
Podéis consultar este post de «La mente es maravillosa» para saber más sobre pedir perdón.
Isabel Zarraluqui López (03-04-2016) «¿Hacemos las paces?»