¿Cómo podemos conseguir que una separación familiar sea menos traumática?
¿Por qué estamos tan seguros de que una separación familiar es preferible trabajarla desde la mediación?
Pues bien, no hay que profundizar mucho para darse cuenta de que cuando una pareja acude a un juzgado, lo primero que les piden sus abogados es que piensen en todo lo peor de su «contrario» (empiezan bien cuando llaman contrario al padre de tus hijos…), para poder contar con esos datos a tu favor. Buscas y rebuscas en tu memoria tratando de recordar incluso aquello perdonado y olvidado. No sólo consigues revivirlo, sino que además te vas encendiendo, retroalimentando, vas victimizándote. Y ya, incluso aquello que no te importaba, no piensas permitirlo.
No podemos hablar con libertad ni expresar sentimientos. No podemos desahogarnos. No podemos pedir explicaciones. Cualquier cosa puede dar información al contrario, que usará en nuestra contra. Así que recuerda, sólo puedes pensar en tu pareja en negativo, que por otro lado, no resulta tan difícil…
¿Quién en su sano juicio puede pensar, que esto es forma de buscar una solución a una separación familiar?
Por el contrario, cuando las partes llegan a mediación, lo que se pide es que digan lo que sienten, todo lo que han sufrido y/o sufren, lo que NECESITAN, que muchas veces ni siquiera saben hasta pasadas varias sesiones, cuando se consigue pasar esa coraza de rencor, reproches, dolor, sed de venganza y otros muchos sentimientos tan perjudiciales como naturales y lícitos.
En una mediación, el mediador hace que las partes se escuchen (que como sabéis no es lo mismo que se oigan). Les ayuda a empatizar el uno con el otro. A recordar lo bueno de cada uno, a desahogarse sin tapujos, a decir todo lo que necesiten, por supuesto siempre con respeto.
Un mediador no hace otra cosa más que marcar el ritmo de la conversación, que de otra forma, con toda la carga afectiva que tiene la pareja sumida en una separación familiar, sería imposible.
Por supuesto hay buenos y malos mediadores, como en todo, pero aquí estamos hablando siempre de cuando se desarrolla de forma adecuada este sistema de resolución pacífica de conflictos.
Para otros artículos reservamos el analizar la formación de los mediadores, la dificultad de adquirir experiencia en este campo y un largo etcétera de temas relacionados.
De momento os dejamos aquí un enlace a un artículo de El País, que nos ha parecido muy interesante, ya que pone una vez más de manifiesto, la probada efectividad de la mediación en el caso de una separación familiar. En él se hace referencia a que una de las mediaciones la llevan a cabo un psicólogo y un abogado, cuando nosotros habríamos preferido que se limitaran a decir que eran mediadores. Aparece aquí el debate de la importancia de la formación previa a la mediación, que como decimos, dejamos para otro momento…
En el artículo podemos leer varios ejemplos, en distintas circunstancias, de separaciones familiares que en lugar de ser traumáticas, han conseguido llevarse a cabo en el mejor clima posible, y con sin duda mejores resultados que si las parejas hubieran acudido exclusivamente al juzgado.
También podéis consultar este artículo de Lawyerpress acerca de la adecuación de los abogados para ser mediadores. ¿Es el abogado el perfil idóneo para ser un buen mediador? o visitar otro de nuestros artículos en este sentido pinchando aquí.
Zarraluqui López, I. (2015-03-10) ¿Hacemos las paces?