En el ámbito de la empresa resulta especialmente interesante introducir formación en técnicas de mediación, ya que los conflictos susceptibles de ser tratados con ésta son muy variados.
Por un lado, tenemos los conflictos internos, que pueden afectar no sólo al clima de trabajo, sino también a la productividad y a los resultados de la empresa. La mediación nos ofrece, en este caso, una oportunidad para buscar soluciones que mantienen y mejoran las relaciones futuras entre compañeros o entre superiores y subordinados.
Por otro lado, tenemos los conflictos “hacia fuera”, es decir, los generados con clientes, proveedores, competidores, etc., para los que las ventajas de la mediación (confidencialidad, rapidez y flexibilidad del proceso y cumplimiento de los acuerdos alcanzados) resultan fundamentales para aportar soluciones que permitan el mantenimiento o el restablecimiento de las relaciones.
La formación en técnicas habitualmente usadas en mediación incrementa las competencias sociales básicas que, aunque presentes, pueden estar adormecidas o disminuidas por las situaciones de rutina, desmotivación o incluso de acoso.
Desarrolla el comportamiento asertivo, amplía nuestra comprensión del conflicto y nos permite participar en la gestión del mismo. Da poder para desbloquear situaciones y construir o reconstruir relaciones.
La mediación aporta calidad en las relaciones dentro de las empresas. De hecho, los manuales de gestión de recursos humanos hacen referencia a la necesidad de adiestrarse en la capacidad y habilidad de resolver problemas, así como a la importancia de la aplicación proactiva de políticas para prevenir el enrarecimiento del clima laboral e incentivar la cooperación.
Es por ello que no podemos dejar de ver el uso de la mediación en las empresas como una herramienta de oportunidad y cambio, que implica a todos en la construcción de empresas más sanas y más humanas, además de más eficientes.