Definimos la mediación, en general, como un proceso voluntario, confidencial, basado en el diálogo, en el que el mediador, imparcial, ayuda a las partes a comunicarse mejor y a trabajar en colaboración para superar su conflicto y alcanzar un acuerdo satisfactorio para ambas.
Pues bien, la mediación escolar se entiende tradicionalmente como una mediación entre iguales dentro del contexto escolar.
Sin embargo, consideramos que la mediación no tiene por qué ser la única ni la principal forma de resolver los conflictos, sino una herramienta más, una vez agotadas las posibilidades de que las personas implicadas los resuelvan por sí mismas. Y por eso proponemos algo más que una mediación escolar: una educación en mediación o una mediación educativa.
La mediación educativa conlleva un planteamiento global de la convivencia en la escuela que implica a todos los intervinientes en el sistema educativo, padres, alumnos, profesores y personal no docente (comunidad educativa). Para ello, es necesario que los alumnos se inicien cuanto antes, desde educación infantil, en el reconocimiento y en la gestión de sus emociones a través de la comunicación, el diálogo y la escucha activa.
Así se podrá ir avanzando, según las edades de los alumnos, hasta llegar a la formación de auténticos mediadores escolares que ayuden a sus compañeros a resolver los conflictos que no hayan sido capaces de gestionar por sí mismos.